Qué ironía y que incongruencia, que un corrupto como Alfredo Narváez Ochoa, que toda su vida adulta ha vivido sin trabajar, a costa del chayote, la extorsión con sus caricaturas, el chantaje, el fraude y sus, hasta ahora dos puestos de “aviador” en el gobierno, tenga la osadía de criticar la corrupción en sus cartones. (Eric Muñiz de la Rosa)