Y
efectivamente, Alfredo Narváez Ochoa a duras penas terminó la secundaria,
después de haber sido expulsado varias veces por robarse los libros de sus
compañeros para venderlos en “el rebote” y también robarles sus lonches. Sin
escolaridad y aprendiendo a vivir de los demás ahora es “director” del Centro
Cultural Mariano Jiménez (ahora se roba los lonches de sus subordinados)