Dos actos
redimen a un malhechor o delincuente, su confesión o admisión de haber hecho
mal y su arrepentimiento de haber faltado a la sociedad. No es el caso de
Alfredo Narváez Ochoa, pues sabiendo que por 35 años no ha tenido un empleo que
justifique su supervivencia y la de su familia sigue devengando un sueldo
ilegal, obtenido tramposamente, como director de un centro cultural
gubernamental. (Eric Muñiz de la Rosa)