La cosa es sencilla, Alfredo Narváez
Ochoa, el corrupto caricaturista del diario Pulso, no tiene un trabajo como la mayoría
de la gente, Pulso le paga solo 65 pesos por cada uno de los seis cartones que
hace por semana. ¿De dónde saca para mantener a su familia? Por una parte su
esposa es maestra y tiene un puestecillo de mediana importancia en la Secretaría
de Educación del Estado, aun eso no es suficiente. La verdad es que aprovecha
la rampante corrupción en todos los niveles gubernamentales y acepta mordidas
para no “quemar” a alguien en particular con una de sus caricaturas, o bien
aceptar dinero por hacerlo en contra de los enemigos políticos de alguien en
particular. O sea, cartones por encargo.