A
pesar de que de los cientos de millones que un periódico recibe en chayote de
los diferentes gobiernos y dependencias oficiales, son solo migajas lo que los
periodistas potosinos reciben como sueldo. Sin embargo defienden su paupérrimo oficio
y a sus amos como perros rabiosos, especialmente Alfredo Narváez Ochoa, quien
como simple monero del diario Pulso con sus simplones cartones se cree
periodista.